
Acompañando a diario a niños y niñas en su proceso de crecimiento, he visto una realidad que a veces preferimos no nombrar: no todos los padres están preparados para aceptar a sus hijos como realmente son.
Queremos niños perfectos: educados, respetuosos, inteligentes, exitosos. Queremos ver solo lo que nos llena de orgullo. Pero, ¿qué pasa cuando nuestros hijos cometen errores, cuando se equivocan, cuando hieren a otros, cuando incumplen? Muchas veces, preferimos justificar, negar o minimizar, en lugar de reconocer que —como todo ser humano— también tienen fallos.
Y lo entiendo. Porque duele. Duele que alguien señale un error de un niño que amamos profundamente. Duele que la imagen que construimos en nuestra mente no sea siempre la que se muestra en la realidad. Pero si en verdad queremos formar seres humanos íntegros, no podemos educarlos desde la negación, desde el disfraz de la verdad, desde el “mi hijo no pudo haber hecho eso”.
Desde el aula he visto que cuando un niño hace algo incorrecto y tratamos de conversarlo con respeto y claridad, muchas veces no es el niño quien niega lo sucedido, son los adultos quienes se cierran a la posibilidad de aceptar que su hijo o hija actuó mal. Y eso no ayuda. Ni a ellos, ni a los propios niños.
La verdadera fortaleza no está en tener hijos que nunca fallen. Está en acompañarlos cuando fallan, en enseñarles a reconocer su error, en guiarlos para que reparen el daño y aprendan de lo sucedido. No necesitamos hijos perfectos; necesitamos hijos honestos, capaces de mirarse a sí mismos con humildad y con responsabilidad.
Aceptar lo bueno es fácil. Aceptar lo malo exige madurez, valentía y amor del bueno, ese amor que no es ciego, sino profundamente consciente. Aquel amor que sabe corregir sin humillar, que sabe poner límites sin dejar de abrazar.
Yo no soy papá, pero estoy convencido: la mejor herencia que podemos dejarles a los niños no es la negación de sus errores, sino la capacidad de enfrentarlos, aprender y crecer. ¿Estamos los adultos dispuestos a acompañarlos también en ese camino?