
Por : Juan Pablo Manjarres Varón
El reguetón se ha convertido en uno de los géneros musicales más populares en el mundo, con letras pegajosas y ritmos que resultan irresistibles para muchas personas, incluidos nuestros estudiantes más pequeños. He sido testigo de cómo mis alumnos, incluso desde los cinco años, cantan estas canciones sin realmente comprender lo que dicen. Como estudiante de derecho, entiendo que el arte y la libertad de expresión son fundamentales en una sociedad democrática; Sin embargo, ¿hasta qué punto debemos exponer a los niños a este tipo de mensajes, especialmente cuando aún no tienen el desarrollo cognitivo ni emocional para procesarlos de manera adecuada?
Los niños cantan reguetón porque escuchan la música en sus entornos familiares y en los medios de comunicación, pero esto no significa que estén preparados para asimilar sus letras, que muchas veces contienen mensajes de sexualización, violencia y materialismo. Cuando una canción incluye frases como “mamacita desde los catorce” o “me voy sin casco con ese tote”, no podemos ignorar que estos son mensajes claramente dirigidos a adultos. Exponer a los menores a este contenido no solo es inapropiado, sino que puede afectar su desarrollo emocional y psicológico.
Entendamos que los niños no tienen la madurez para comprender o procesar el contenido de canciones hipersexualizadas y violentas. Durante la infancia y la preadolescencia, el cerebro está en pleno desarrollo y es particularmente sensible a los mensajes que recibe del entorno. Entre los seis y los doce años, los niños están formando sus primeros conceptos de valores como la empatía, la solidaridad y el respeto, y están en busca de modelos a seguir. Si a esta edad se exponen a canciones que refuerzan estereotipos de género, valores materialistas y comportamientos arriesgados, ¿qué tipo de modelos están interiorizando?
Ya se ha demostrado que la exposición frecuente a letras que presentan a las mujeres como objetos o glorifican la violencia y el consumo de sustancias puede llevar a una confusión de valores en los niños.
Permitir que los niños escuchen reguetón desde temprana edad puede llevar a diversas consecuencias negativas. Primeramente, muchos de estos temas transmiten valores que no se alinean con los de una sociedad tolerante y respetuosa. Los niños podrían interpretar que el éxito se mide por la apariencia o el dinero, o que las mujeres deben ser atractivas para ser valoradas. En segunda medida, hay que ver con preocupación las letras hipersexualizadas pueden hacer que los niños desarrollen una imagen distorsionada de las relaciones y de la identidad de género, además de acelerar etapas de desarrollo que deben ocurrir de manera natural ya su debido tiempo. Dicho lo anterior, sumemos una tercera consecuencia, la constante exposición a modelos de éxito basados en la apariencia y los bienes materiales puede generar frustración en los niños, especialmente cuando no pueden replicar esos modelos inalcanzables. Esto puede impactar negativamente en su autoestima y en su desarrollo emocional. Finalmente, reconozcamos que los niños necesitan un tiempo para entender los conceptos complejos de la vida. Forzar una exposición a temas de adultos interfiere con el ritmo natural de su crecimiento y puede generar confusión y ansiedad.
La música es, sin duda, una forma de expresión cultural, y cada género tiene su valor y su impacto en la sociedad. No se trata de prohibir el reguetón ni de estigmatizarlo, sino de entender que su consumo debe ser apropiado para la edad y el desarrollo de cada persona. Así como no se muestra contenido para adultos a los niños en la televisión, debemos ser conscientes de que ciertas letras y mensajes no son apropiados para los menores.
En el ámbito educativo, la música puede y debe ser una herramienta para la enseñanza de valores y el desarrollo de la conciencia crítica. Sin embargo, para que esto funcione, es necesario que los docentes y los padres asumamos un rol activo en la selección del contenido musical al que los niños están expuestos. Además, la escuela debe fomentar el análisis crítico de las letras, ayudando a los estudiantes a reconocer y cuestionar los mensajes que consumen.
Al final del día, es responsabilidad de todos —docentes, padres y la sociedad en general— proteger el entorno en el que crecen nuestros niños. No se trata de limitar la libertad artística, sino de comprender que la infancia es una etapa vulnerable en la que los modelos y los mensajes externos tienen un impacto profundo y duradero.
En lugar de normalizar letras que refuerzan estereotipos dañinos o aceleran el desarrollo de los niños, podemos ofrecerles contenido que enriquezca su imaginación, fomente su creatividad y les enseñe valores positivos. Colombia es un país lleno de talento y diversidad musical, y es nuestro deber promover una cultura que represente lo mejor de nuestra sociedad y que proteja el bienestar de las nuevas generaciones.
Esta columna no es una crítica hacia el reguetón como género musical, sino una invitación a reflexionar sobre el contenido que, como adultos responsables, permitimos que llegue a los oídos jóvenes y mentes de los más. No todo reguetón tiene que ser inapropiado, pero es necesario ser críticos con aquellas canciones que transmiten mensajes que pueden afectar el desarrollo saludable de nuestros niños.
Los niños de hoy serán los adultos del mañana, y su educación debe incluir un entorno cultural que los respete y los valore. Es hora de que nos preguntemos si realmente estamos creando un espacio seguro para nuestros niños o si, al dejarlos expuestos a contenidos para adultos, les estamos imponiendo un mundo que aún no pueden comprender ni deben.