lunes, 28 de abril del 2025

Cuando la libertad de expresión choca con los derechos de los niños

Escribo estas líneas con una convicción clara: los niños, niñas y adolescentes son sujetos de derechos, no simples piezas de una narrativa que puede explotarse en nombre de la libertad de expresión. La reciente sentencia T-007/25 ha puesto en el centro del debate un tema que, aunque pueda parecer denso o meramente jurídico, tiene implicaciones profundas en nuestra vida como sociedad.

El caso es impactante. Cuatro menores, sobrevivientes de una tragedia, vieron expuesta su intimidad en un libro que detallaba aspectos privados de sus vidas, incluyendo violencia intrafamiliar y abuso sexual. Sus representantes legales interpusieron una acción de tutela para proteger sus derechos a la intimidad, la honra y el buen nombre. La decisión judicial reconoció que, si bien la libertad de expresión es un pilar del Estado Social de Derecho, esta no es absoluta cuando colisiona con la protección de los menores. La Corte ordenó preservar el anonimato de los niños, pero permitió que el contenido del libro se mantuviera.

Este fallo es un recordatorio de que el principio pro-infans, que otorga prioridad a los derechos de los menores, no es un simple eslogan. No podemos aceptar que el derecho a informar se use como excusa para revictimizar a quienes ya han sufrido demasiado. La prensa y los autores tienen la responsabilidad de manejar la información con ética y sensibilidad.

Pero hay un debate necesario aquí: ¿hasta dónde llega la protección sin convertirse en censura? Algunos argumentan que la información publicada ya era de conocimiento público y que su inclusión en una obra literaria no vulnera derechos adicionales. No obstante, el hecho de que algo sea público no significa que deba replicarse sin consideración. No es lo mismo que un caso sea conocido en noticias fragmentadas a que quede registrado en una obra que perpetúa el sufrimiento de las víctimas.

El fallo, entonces, traza un equilibrio complejo. Por un lado, permite que se hable del hecho, cumpliendo con la función de informar. Pero, por otro, protege a los niños del impacto que podría generar su exposición indebida. Es una lección sobre cómo la libertad de prensa no puede despojar a los menores de su derecho a la dignidad.

Hoy, en tiempos donde la información circula rápidamente y las líneas entre el derecho a saber y el derecho a la privacidad se difuminan, es crucial preguntarnos: ¿qué tipo de sociedad queremos construir? Defender la libertad de expresión es esencial, pero hacerlo a costa de la infancia es una factura que no podemos permitirnos pagar.

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