08 de agosto de 2025

Celulares en el aula: entre oportunidades y desafíos

Por: Juan Pablo Manjarres Varón

Interesante la encrucijada que no solo afecta a nuestros estudiantes, sino también a la manera en que concebimos la educación en la era digital. Hoy quiero compartir mis reflexiones sobre el nuevo proyecto de ley que busca regular el uso de dispositivos móviles en las instituciones educativas de preescolar, básica y media. En lugar de satanizarlos, debemos aprender a utilizarlos de manera consciente y responsable.

La propuesta legislativa busca potenciar los procesos de enseñanza y aprendizaje, así como promover el desarrollo de competencias digitales. Esto es fundamental, ya que vivimos en un mundo donde la tecnología está cada vez más presente. Sin embargo, también es imperativo reconocer que, en las primeras etapas educativas, el uso indiscriminado de celulares puede ser contraproducente. No se trata de prohibir su uso, sino de establecer un marco claro que oriente su utilización en el aula.

Desde mi corta experiencia como educador, observo cómo los teléfonos móviles pueden convertirse en una distracción que interrumpe la concentración de los estudiantes. La dependencia de las herramientas digitales puede llevar a descuidar la creación de conocimientos tradicionales y el desarrollo de habilidades fundamentales. Por eso, hay que formar a nuestros niños no solo para ser consumidores de tecnología, sino también creadores de contenido SIGNIFICATIVOS -no mencionando ser “Tiktokers” o “Yotubers”- sino pensadores críticos.

La ley propuesta establece que el uso de dispositivos electrónicos estará permitido bajo la instrucción del docente y siempre que contribuya al aprendizaje. Esto es un paso en la dirección correcta. Pero, ¿cómo garantizar que esto suceda en la práctica? Aquí es donde entra en juego la necesidad de un diálogo constante entre educadores, padres y estudiantes. La tecnología puede ser una aliada en el proceso educativo, pero solo si la integramos de manera consciente en nuestras prácticas pedagógicas.

El Ministerio de Educación ha resaltado la importancia de regular el uso de celulares, no para restringir, sino para fomentar un ambiente de aprendizaje más saludable. Este equilibrio es vital, especialmente cuando consideramos que, en muchas comunidades rurales, el celular es la única puerta de acceso a la conectividad y, por fin, a la educación. Prohibir su uso de manera tajante podría cerrar esas puertas, limitando el acceso a herramientas que pueden enriquecer la experiencia educativa.

Al mirar hacia el futuro, debemos preguntarnos: ¿estamos listos para adoptar un enfoque más integrador respecto a la tecnología en nuestras aulas? La ley no solo busca restringir, sino también capacitar a los docentes y estudiantes en el uso adecuado de las herramientas digitales. Esto implica formación en competencias digitales, la incorporación de TIC y la inteligencia artificial en los proyectos educativos institucionales.

Es fundamental que las instituciones educativas establezcan lineamientos claros y específicos en sus manuales de convivencia, que no solo contemplen las sanciones por el uso inapropiado de dispositivos, sino que también reconozcan su potencial como herramientas educativas. La clave está en la educación, no en la prohibición. Como transmisores del conocimiento, debemos ser los guías que ayuden a nuestros estudiantes a navegar por el mundo digital con responsabilidad y ética. La regulación del uso de dispositivos móviles en las escuelas es una oportunidad para repensar nuestra forma de enseñar y aprender. No se trata de eliminar la tecnología, sino de integrar de manera efectiva y segura su uso en el aula. Solo así podremos formar ciudadanos competentes y responsables en un mundo cada vez más digitalizado

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